Lo que sigue son algunos textos de Gustavo Escanlar (1962-2010):
1. La primera noche formal de la época democrática, aquel primero de marzo, ya estuve obligado a tomar una decisión cultural importantísima. Había dos escenarios para festejar la llegada de la democracia. En uno, instalado en la Intendencia, estaban el Grupo Nacional de Danza de Cuba, Canciones para no dormir la siesta, Carlos y Luis Enrique Mejía Godoy, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, Larbanois-Carrero y Los Olimareños. Silvio cantó aquella “Pequeña serenata diurna”, que hoy, viendo lo que hicieron los Castro de Cuba, resulta irónica: “Vivo en un país libre/ cual solamente puede ser libre/ en esta tierra y en este instante”. En el otro escenario, instalado en el Entrevero, estaban Git, José Luis Perales, los Abuelos de la Nada, Charly García. Charly cantó, cómo no, la premonitoria “Raros peinados nuevos”: “Y si vas a la derecha y cambiás hacia la izquierda adelante/ es mejor que estarse quieto es mejor que ser un vigilante”. Había que decidir a cuál de los dos escenarios ir. Yo terminé paseándome entre uno y el otro, viendo a Los Olimareños casi al amanecer. Yendo de la cama al living. Del pasado al futuro. De la canción de protesta a la canción pop. Así pasamos buena parte de estos 25 años. Entre la conservación y la renovación. Parece no haber cambiado nada.
2. Pero lo que sí cambió, y mucho, fue nuestra vida cotidiana. En 1985, para hacer esta misma nota, para escribir estas mismas palabras, uno tenía que tipear, fuerte, machacando, en la Olivetti. Antes tuvo que poner la cinta, manchándose los dedos. Cada vez que terminaba el renglón tenía que bajar el carrete. Si se equivocaba, tenía que pasar liquid paper arriba del error y esperar que se secara. Era preferible pensar bien lo que iba a escribir o hacerse un esquema antes de empezar. Si quería insertar un párrafo porque se le había ocurrido algo en el medio, tenía que cortar con tijera ese párrafo y pegarlo entre medio del anterior y el posterior. Un lío. Para llamar por teléfono a la novia que tenía en aquellos años, uno tenía que caminar cuatro cuadras, hasta el teléfono público que había en Martinelli, en Canelones y Barrios Amorín. Había que llamar a una hora preestablecida, a la hora que uno supiera que ella estaba en la casa. Un lío. A las 12 de la noche terminaba la transmisión televisiva, y había que dormirse escuchando radio, lo más probable con Caras y más caras. En estos 25 años, nuestra vida cotidiana cambió radicalmente. Hace 25 años no teníamos computadora ni Internet ni cable ni celulares ni dvds ni mp3 ni Ipods. Teníamos televisión en blanco y negro, unos pocos videoclubs y walkman.
3. Alfonso Carbone pasaba videoclips en Canal 5. Y los programas cómicos más vistos eran “Plop” y “Decalegrón”. Una noche, en “Plop”, apareció un grupo de muchachos raros, de Pando, cantando una canción, “La barométrica”. Eran Los Estómagos. Y con la democracia llegó a Canal 5 una nueva generación de comunicadores: Jorge Traverso, Sergio Puglia, Sonia Brescia. Carlos Maggi estuvo apenas unos días intentando cambiar el noticiero. En el ’89, “Decalegrón” lanzó la candidatura política de un tal Pinchinatti y llenó la plaza de los Bomberos. Y desde hace 20 años, Tinelli reformuló el lenguaje televisivo de tal modo que hoy su influencia es ineludible, insoslayable, indiscutible. Hubo mil olas, y mil modas, en la televisión. Estuvieron los teleteatros brasileños (en el ’88, nadie se perdía un episodio de “Vale todo”). Y los periodísticos serios. Y los informativos estirados. Y los teleteatros argentinos “en serio” (con topless de Graciela Duffor incluido en “Atreverse”). Más recientemente, la revolución la marcaron los reality, desde “Survivor” hasta “Gran hermano”. Y actualmente, estamos en épocas de la meta televisión, la televisión que habla todo el tiempo de sí misma y de los acontecimientos que ella misma provoca. La de los Jorge Rial y las Canosa.
4. Domingo 15 de diciembre de 1985. Parque de Villa Biarritz. El Departamento de Cultura de la Intendencia organizó un recital donde actuarían, entre otros, Fernando Cabrera, Zero, el Cuarteto de Nos y los Estómagos. Fue una cosa increíble. Decenas de punks levantaban el polvo del parque. No se sabía dónde estaban antes. Nadie los había visto. Pero estaban allí, con sus crestas, con sus pilchas negras, haciendo pogo cuando Peluffo cantaba “Fuera de control”. Se llamó “Comunafiesta”. Y fue una especie de bautismo, para el habitante de Pocitos, de lo que luego se llamaría “rock nacional”. Los Estómagos, Los Traidores y Los Tontos impusieron una tónica generacional, a la música uruguaya, con Jorge Bonaldi acusándolos de vendidos al imperio. En el ’86 se organizó, en la Rural del Prado, la primera edición de Montevideo Rock. Allí hubo un concurso de grupos en el que resultó ganador Guerrilla Urbana, con su tema “Razzia” (“Hablando de la Gestapo ya están aquí/ No hay documentos están detenidos/ todos bien quietos cerdos pervertidos/ Yo siempre pienso lo que no debo pensar/ Y es por eso que me van a reeducar”). El intendente Elizalde debía entregar el premio, pero el público no se lo permitió, en medio de una feroz silbatina.
5. En el ’85 se editó “Born in the USA”, de Bruce Springsteen. Por acá se escuchaban, todavía con algo de culpa, “Thriller” de Michael Jackson y “Like a virgin” de Madonna. Y el rock se puso ropas humanitarias con “We are the world”, de USA For Africa. Se realizó Rock in Rio y Live Aid recaudó 70 millones de dólares para las víctimas del hambre en Sudáfrica. El crítico del semanario “Jaque” escribió respecto a “We are the world”: “Son puros, se emocionan, gritan fenómeno y además, fíjense, están entre ellos Dylan, Ray Charles, verdaderos músicos de nuestro siglo. ¡¿Y por qué están ahí?! Necesitan de la industria. ¡Qué lástima! Porque salir en la tele diciendo ‘somos el mundo’ no es juguete, ni una inofensiva concesión publicitaria”. Quien firmaba la nota se llamaba Jaime. Jaime Roos.
6. Es el artista de estos 25 años: Jaime Roos. Está bien: Los Estómagos, Los Buitres y Los Traidores aportaron rock and roll y energía. Los Tontos aportaron desfachatez y libertad creativa. El Cuarteto de Nos aportó solidez compositiva, transgresión y desparpajo. Pero Jaime escribió las canciones. Con “Brindis por Pierrot” se mandó la canción de la restauración democrática. La voz del Canario Luna arrancando “No lo vieron a Molina” tiñó de nostalgia carnavalero-murguera aquella Montevideo lejana y añorada. Y logró un éxito masivo e impresionante. Pero además están “Durazno y Convención”. Y “Amándote”. Y “Cometa de la farola”. Y “Los Olímpicos”. Y “Aquello”. Y “El hombre de la calle”. Y “Si me voy antes que vos”. Y “Los futuros murguistas”. Jaime Roos fue el primer artista uruguayo en editar un disco compacto. Fue el primer artista uruguayo en editar un dvd. Y, como si fuera poco, inauguró las transmisiones televisivas a color. Es el artista de estos 25 años. La semana pasada, además, ganó otro premio Gardel por el excelente “Hermano, te estoy hablando”.
7. Yo estuve ahí I. En una casa de la calle Jackson, Jorge Nasser me hacía escuchar las canciones de “Gargoland”, un disco doble que Níquel estaba a punto de editar. En ese disco estaba “Candombe de la Aduana”, un hit de aquéllos.
8. Yo estuve ahí II. El Cuarteto de Nos estaba grabando “Vo, cartero”, su versión de “Mr. Postman” incluida en el disco “Otra Navidad en las trincheras”. Un exitazo que incluía clásicos como “Sólo un rumor”, “Después de hacernos el amor” y “El putón del barrio”. Pero si “Otra Navidad en las trincheras” fue un éxito, nadie podía llegar a imaginar lo que ocurriría tiempo después con “Raro”, el genial disco del Cuarteto que, con justicia y algo de atraso, los catapultó internacionalmente.
9. Yo estuve ahí III. En Arte en la Lona, en el Palermo Boxing Club, en abril del ’88, el Cíber gritaba “dale, viejo, terminá de cantar de una vez que quiero tocar la armónica”. El Viejo cantó dos temas más y le dejó el escenario al Cíber, que sorprendió a todos tocando la armónica y se ganó el aplauso más fuerte de la noche. El Viejo que bajó del escenario y escuchaba al Ciber mientras guardaba la guitarra era Eduardo Mateo.
10. Estupideces I. Elizalde censurando a Oscar Larroca. Al otro día, el David amaneció con pañales y un cartel que decía “Defendamos la moral. Brigada de amigos de Elizalde”.
11. Un libro: “Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones”, de Charles Bukowski. Lo conocí gracias a Alberto Restuccia, que lo recomendó y lo leyó en su programa radial “Eco contemporáneo”.
12. Verano del ’88. Carlos Monzón tiró a su mujer, Alicia Muniz, por la ventana. Y unos días después Alberto Olmedo se cayó del balcón. “Olmedo buscó su propia ruleta rusa. Y no es casualidad que la haya encontrado. Ahora, nadie quiere aceptar el triunfo de la melancolía, porque Olmedo era un cómico y los cómicos no pueden morir de angustia ni de dolor, y menos aún ser encontrados por su público reventados en la calle y tapados con una sábana mugrienta”. Lo escribió Eduardo Alvariza en “Jaque”. Escribía bien Eduardo Alvariza en “Jaque”, eh.
13. Hubo tipos y cosas que, en estos 25 años, hicieron “el” viaje. Arnold Schwarzenegger, de actor a gobernador. Tomás de Mattos, de escritor a director de la Biblioteca Nacional a escritor. Jorge Drexler, de estudiante de Medicina a ganador del Oscar. Mariana Percovich, de crítica a directora. La danza uruguaya, de Babinka a Julio Bocca. Juan Ramón Carrasco, de jugador estrella a técnico revolucionario. El cigarrillo, de las noches compartidas a la prohibición radical. Jorge Lanata, de la delgadez a la obesidad. Julia Möller, de “Punto final” a “Periscopio”. Fernando Butazzoni, de oscuro cronista cultural a luminoso director del Sodre. El Sorocabana pasó de lugar de reunión anciano-intelectual a heladería. Pero Kesman sigue siendo Kesman. Y Cacho de la Cruz sigue siendo Chichita y Cacho Bochinche.
14. Un libro: “Conversaciones con mis hijos”, de Ronald Laing. Lo conocí gracias a Alberto Restuccia, que lo recomendó y lo leyó en su programa radial “Eco contemporáneo”.
15. Tengo un amigo que dice que la culpa de todo la tuvo Manu Chao. Resulta que en el año ’92 cayó por América Latina una delegación de artistas franceses que llegaron en un barco, el Cargo. Entre ellos estaba el grupo de Manu Chao en aquella época, Mano Negra. Y fue tal la impresión que causó su presentación que el rock latinoamericano mamó su influencia y se hizo mucho más latino. Culpa de esas presentaciones de Mano Negra fue la canción “Matador” y el éxito posterior de los Fabulosos Cadillacs. Culpa de esas presentaciones de Mano Negra fue, también, el surgimiento de bandas locales como La Abuela Coca primero y La Vela Puerca después. Y todo lo que vino después, la “segunda generación” de rock nacional pos dictadura. Por reclamos, dirigirse a Manu Chao.
16. Hubo un actor que viajó de Juan Lacaze a Buenos Aires y se hizo famoso. Osvaldo Laport. Hubo una actriz que viajó de Montevideo a Buenos Aires y se hizo famosa. Natalia Oreiro, la que canta en el comercial de Anda. Hubo un muchachito —¿escritor? ¿músico? ¿conductor radial? ¿artista plástico?— que viajó de Tacuarembó a Montevideo y, después de mil movidas culturales (el Movimiento Sexy, la grabación del disco “North”, que son las versiones en inglés del disco “Sur” de Jaime Roos) logró imponer una estética filo gay que se puede ver en muchas manifestaciones jóvenes de la Montevideo contemporánea. Su nombre: Daniel Umpiérrez. El que escribió la novela en la que se inspiró “Miss Tacuarembó”, una de las mejores películas uruguayas de este cuarto de siglo.
17. ¿Se acuerda de la lambada? ¿Y de la canción “Macarena”? ¿Y del “Himno de los conductores imprudentes”? ¿Y de la canción “Marta, sos la número uno”? ¿Y de Los Fatales? ¿Y de “Azuquita pa’l café”? ¿Se acuerda de Abel García? ¿Y de Jorge Bonaldi? ¿Y de Uruguay Catalogne? ¿Y de Vicente Dumas Sottolani? ¿Y de los relatos de Ruben Casco? ¿Y del teléfono de Marlain TV? ¿Se acuerda de los VHS? ¿Y de las canchas de pádel? ¿Y de las tres rayas que le ponían los canales a las películas para adultos? ¿Se acuerda de Fredy Cabot? ¿Y de Luis Guarnerio? ¿Y de Francisco Nápoli?
18. Una foto: Juan Carlos Onetti con el revólver, en la cama. Julio María Sanguinetti lo invitó a regresar a Uruguay, pero el escritor se negó. No quiso volver. Murió en Madrid en 1994.
19. Un libro: “Carta abierta a mi futura ex mujer”, de Dalmiro Sáenz. Lo conocí gracias a Alberto Restuccia, que lo recomendó y lo leyó en su programa radial “Eco contemporáneo”.
20. Estupideces II. El día que quisieron prohibir “El día que Artigas se emborrachó”, del Cuarteto de Nos. Hubo un gran Debate Nacional. ¡¡¡¡¡¡¡¡Y terminaron prohibiendo la canción para menores de 18 años!!!!!!!!. No hay caso: como el Uruguay no hay.
21. Terminó Decalegrón. Empezó Bendita TV. Terminó Néber Araújo. Empezó Aldo Silva. Terminó Prioridad. Empezó Zona Urbana. Terminó Zona Urbana. Terminó el fax. Y el walkman. Y envejeció Almodóvar.
22. Un libro: “Mala onda”, de Alberto Fuguet. El chileno, tiempo después, se mandaría un gesto cultural importantísimo, al editar la antología de escritores jóvenes Mc Ondo, en franco desafío al realismo mágico de Gabriel García Márquez.
23. El día que le pusieron el cable uno se la pasó sin dormir. Tenía que ver todo lo que estaban pasando. Con el tiempo, la novelería decayó y uno se fue dando cuenta que no estaba tan buena la cosa. Pero gracias a Los Simpson y a Los Soprano uno le volvió a dar una oportunidad al cable, que hoy está lleno de series que le compiten abiertamente al cine, con actores y directores de primera. Estará el que prefiera House, el que prefiera Lie to me o el que prefiera Glee. Pero a mí dame esos momentos finales de Boston Legal (que un miope tradujo como Justicia ciega), cuando James Spader y William Shatner conversan en el balcón. Ningún tratado de amistad masculina llega a las profundidades a las que llegan estos dos monstruos. ¡Y encima, al final, terminan casándose!
24. Momentos. Drexler gana el Oscar. Mike Tyson le muerde la oreja a Evander Hollyfield. André Agassi queda pelado. Gorbachov hace avisos publicitarios. Mujica se pone un traje. Jimmy Swaggart llora y pide perdón delante de las cámaras. Mónica Lewinsky muestra un vestido manchado. Luca Prodán muere.
25. Un libro: “El pez en el agua”, de Mario Vargas Llosa. Y el Nobel, más que merecido, para el peruano que venció la corrección política tonta estando del lado correcto políticamente.
fuente: Montevideo COMM